No debes estar haciéndolo tan bien

06 / 04 / 2013

Solías ganar. Solías sentirte un escalón por encima. Siempre pensaste que ese éxito debía tener una explicación, que no podía ser casualidad. Mejores genes, quizás un talento innato que sólo tú tenías. Fuese lo que fuese, te sentías especial.

Nunca se te ocurrió pensar que simplemente estuviste haciendo lo que tenías que hacer durante el suficiente tiempo como para llegar a ser bueno en todo aquello en lo que destacabas. Por eso, un día olvidaste el valor del esfuerzo y te acabaste durmiendo en brazos de esa supuesta superioridad. No tardarían en alcanzarte.

Las excusas te sirvieron al principio, pero después llegarían las primeras “grandes” derrotas y con ellas el necesario baño de humildad que te ayudaría a comprender poco tiempo después (y coincidiendo “casualmente” con tu salida del nido), que sólo habías sido un tuerto más en el país de los ciegos.

Pero aquella revelación fue tan necesaria como desagradable te pareció entonces. Te permitió comprender todos aquellos consejos que despreciaste cuando eras joven, te hizo sentir vergüenza al recordar la soberbia que demostraste en algunos momentos, y finalmente te hizo desear ser mejor que aquel que fuiste.

Desde entonces has aprendido muchas cosas. Hoy aprecias el valor del trabajo duro y sabes de sobra que no te puedes dormir en este mundo en el que nos ha tocado vivir, porque triunfar no va de nacer siendo un superclase ni nada parecido, sino de aprovechar al máximo tus capacidades. Va de esfuerzo y perseverancia.

Pues por más que nos quieran vender otra cosa, no hay mayor ley que la de causa y efecto, y todo -absolutamente todo- lo que has logrado en la vida por ti mismo vino de la estricta observación consciente o inconsciente de dicha ley. Es así, y lo sabes.

Por eso, si en el pasado lograste grandes cosas a base de hacer lo que tenías que hacer, ahora que las cosas ya no marchan como te gustaría, quizás sea el momento de dejar de buscar excusas fuera y de comenzar a admitir que lo que ocurre es que (tú) no debes estar haciéndolo tan bien.

No lo lamentes… sólo empieza YA a hacerlo mejor.